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Durante unos meses los implantes tuvieron que asentarse en el hueso, y todo iba bien, hasta que en una visita rutinaria el dentista advirtió que uno de ellos no tenía la solidez suficiente, por lo que optó por cambiarlo de posición unos milímetros más adentro. Si me pusieron 9 de golpe, uno sólo iba a ser una chorrada.
Fue la última complicación que tuve, al margen de que finalmente me certificaran que los implantes de arriba no iban a ser fijos-fijos, como ya suponía desde un principio: apenas tenía encía en donde deberían ir las palas, por lo que optamos por una solución intermedia. Sobre los implantes superiores iban a fijar una barra que recorrería toda la dentadura superior, y sobre esta barra irían los dientes en sí, una especie de dentadura postiza pero sin apenas paladar artificial, que iría sujeta a la barra mediante unos clics. El tenerlo asumido hizo que no me llevara mal rato. Sólo quedaban las dudas de las sensaciones que tendría una vez cada piño en su sitio...
Durante las siguientes semanas fueron rematando los implantes. Comenzaron con el más sencillo, una única pieza en la parte inferior derecha de mi boca. La sensación fue un tanto rara, parecía un diente gigante, supongo que el hecho de haber tenido en ese mismo sitio un hueco durante meses hizo que lo sintiera enorme. El dentista me dijo que en dos días no notaría nada....cómo se lo sabe el cabrón! A los dos días, el diente ya era "mío" completamente. Dos semanas después, sobre los dos implantes inferiores izquierdos me colocaron una colección de cuatro molares con los cuales tuve las mismas sensaciones que con el del lado derecho: en dos días, míos por completo. Ah! Se me olvidaba. Nada de anestesia desde la recolocación del último implante. Nada de daño, nada de molestia.
Y por fin llegó el día más esperado, el de la colocación de la parte superior. Fue mi visita más corta: entrar, abrir la boca, colocar, tirar a la basura el postizo y a casita. Al principio, como todo, se te hace raro, y esta vez tardé un poquito más a acostumbrarme. Pero en un par de semanas, en el único momento en el que soy consciente de que tengo implantes es cuando voy a lavármelos. Y es que ese es el único momento del día en el que los tengo que quitar. Duermo con ellos, no se mueven en absoluto, me puedo tirar de cabeza a la piscina sin miedo...y lo mejor de todo: mastico a la perfección. Estoy encantado.
El precio final....rondando los 12.000 euros, muuuuuy lejos de los 22.000 que me presupuestaron en Vital Dent. Espero que esta experiencia le sirva a alguien que se vea en una situación parecida (que ojalá no tengáis nunca este problema, pero si lo tenéis, ahí va mi aventura).
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