Todo comenzó en el verano de 2008. Mi maltrecha boca dijo basta, después de alguna que otra muela perdida por el camino, uno de mis colmillos amenazaba con seguir la estela de aquellas. Y el hueco que estaba dispuesto a dejar sí que se iba a ver a kilómetros de distancia, por lo que no me quedó más remedio que, por primera vez en mi vida (algo de lo que por supuesto no me enorgullezco) visitar a un dentista. Y claro, te encuentras perdido. ¿Dónde vas? Lo mejor, como siempre, preguntar a los que te rodean. Mi cuñado me recomendó ir a Vital Dent, pero preguntando por la dentista que a él le atendía, que, según él, era una maravilla. Y, por supuesto, te fías de la familia, y conciertas una primera visita acompañada del susodicho para que te echen un vistazo preliminar.
Cuando no tienes con qué comparar, cualquier cosa que te dicen te parece normal. Y allí fui yo, a primera hora de la mañana de un tórrido día del mes de agosto, a que me diagnosticaran. Llegué, abrí la boca, la dentista (que poco después supe que había sido jugadora de uno de mis equipos cuando era entrenador de baloncesto, y que no me reconoció...y yo a ella tampoco) me miró por espacio de 30 segundos la piñata, me hizo una radiografía, y el resultado fue: TODO FUERA. Así, por las bravas. La verdad es que iba preparado para que nada me sorprendiera, pero un diagnóstico tan tajante....
Bueno...al menos estoy en una clínica de todo a cien en la que, por lo menos, mi bolsillo no se iba a ver demasiado afectado. Paso a su despacho, y espero a que me elaboren un presupuesto...y, a falta de uno, me encuentro con dos: el barato y el caro. Dependiendo del tipo de implantes que me quisiera poner, el precio oscilaba entre 18.000 y 22.000 euros. Por si no suena demasiado contundente, lo diré en pesetas: entre 3.000.000 y 3.600.000 pelas. Y yo esperando un...que no, que es broma!! que, por supuesto, no se produjo.
(continuará)
madre mía, ¿y no se te recolocaron todos los dientes del tirón? por el susto, digo...
ResponderEliminarEs alucinante. Y encima te expones a ponerte en manos de dentistas recién salidos de la facultad que cobran cuatro duros, y que les da igual si te quedas o te vas. Qué gran decisión tomé no quedándome allí...
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