Vergonzoso. No encuentro otro calificativo que se ciña más a lo que siento en estos momentos. Mátate a trabajar por mil asquerosos euros, vete cada cuatro años a elegir a quienes te representarán en tu gobierno, para que luego te enteres de que estos personajes, de todos los colores, se ausentan en su puesto de trabajo cuando les sale del rabo, sin nadie que les llame la atención, por la puta cara. Esos en quienes tú has puesto tu confianza para que nos saquen adelante hacen pellas en una situación tan escalofriante como tenemos ahora en España.
Si ya me lo decía mi padre....métete en política...desafortunadamente no le hice caso, y ahora me arrepiento, cuando te das cuenta de que ser diputado es el mayor de los chollos del mundo mundial. Y si no os lo creéis, aquí van unos datos: un diputado del montón ganaba en 2007 al año 3.020,79 € al mes, a lo que hay que añadir extras y dietas. Además, si vives fuera de Madrid, tienes una indemnización de 1.762,18 euros, que se reduce a 841,12 si vives en la capital. Y, todo eso, por ir de vez en cuando a hacer sudokus o a sestear mientras transcurren las soporíferas sesiones en el Congreso de los Diputados. Y si no vas, no pasa nada, nadie te lo va a echar en cara. Las dietas, además, las vas a seguir cobrando igual.
Pero lo que tiene cojones es el hecho de que, con la que está cayendo en este país, con todos los españolitos apretándonos el cinturón hasta ahogarnos, sus señorías rechazan unánimemente bajarse el sueldo, y, como siempre, se comparan con otros países para demostrar que son unos infelices que ganan menos que sus colegas comunitarios. Para eso no les duelen prendas, claro está que cuando nos ponemos a comparar en cualquier otro dato, dígase cifras del paro, dígase precios de internet, todos callan.
En las próximas elecciones dan ganas de no votar a nadie y exiliarte a otro país, con la vaga esperanza que te traten igual de bien que nosotros lo hemos hecho en los últimos años con los que han venido por aquí en busca de la panacea. Pero luego lo piensas fríamente, y te das cuenta de que en ningún otro país del mundo son tan gilipollas como en éste que nos ha tocado vivir.
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