Hay algunos que no espabilan, y que no aprenden de los errores del pasado. Y de esto nuestro presidente Zapatero sabe mucho. Primero elevan a los altares de la Secretaría General de los socialistas madrileños a Tomás Gómez, a la sazón alcalde de Parla, que fue el que mejor porcentaje de votos consiguió entre todos candidatos socialistas a alcalde de poblaciones de más de 50.000 habitantes. Un tipo sencillo y cercano que distaba mucho de la cúpula nacional del PSOE, pero que se había ganado la confianza de sus votantes. Y el buen hombre, sabiéndose la cabeza visible de su partido en la Comunidad de Madrid, muestra su intención de presentarse a las elecciones autonómicas para plantar cara a la inamobible (por ahora) Esperanza Aguirre. Algo por otra parte normal, dado el carisma que iba ganando poco a poco entre sus votantes.
Pero en esto que llega Zapatero y trata de imponer como candidata socialista a la mimistra con mejor melena de su gabinete, Trinidad Jiménez, pero el bueno de Tomás no se baja del burro, y provoca lo que nadie quería: unas elecciones primarias. Ante tal papeleta, nos han tratado de vender que es un ejercicio de higiene democrática, que en los EEUU lo hacen cada año y no pasa nada... nada más lejos de la realidad. En Madrid, estas elecciones se han planteado como una lucha entre David, el candidato de las bases, el legítimo aspirante a la corona de los pesos pesados de la CAM, contra Goliath Jiménez, la elegida por la cúpula nacional para intentar desbancar al PP del gobierno de la comunidad.
Y después de infinidad de fotos, de apoyos públicos, de ninguneo general al otro candidato, podía pasar lo que finalmente ha ocurrido, que el bueno de Tomás le haya dado sopas con onda a la Trini en las primarias, quedando Zapatero, Lissavetzky y compañía a la altura del barro. Y es lo que le faltaba a ZP, tras enterarse que su partido está a casi 15 puntos en los sondeos para el gobierno de la nación.
Estimado José Luis, una retirada a tiempo es una victoria... no nos tortures más. Por favor.
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