Sinceramente, si yo fuera seguidor del Real Madrid, estaría hasta los mismísimos de la figura de su entrenador, José Mourinho. Llegó a España con la vitola de ganador, casi de invencible, para tratar de frenar al equipo que ha revolucionado el fútbol en estas últimas temporadas, el Barça. Dos champions con dos equipos diferentes, una Copa de la UEFA y seis títulos nacionales en tres países diferentes avalaban la figura del portugués, a quien se le encomendó la difícil misión de sustituir al denostado y vilipendiado por la prensa afín al Madrid, Manuel Pellegrini, el cual no consiguió el título de liga pese a que su equipo consiguió la cifra de 96 puntos y ganó 31 de los 38 partidos con 98 goles anotados. El problema era, lógicamente, el eterno rival, que volvió a hacer una temporada espectacular, gracias a una plantilla con la base de la selección campeona del mundo más el mejor jugador probablemente de la historia del fútbol, Leo Messi.
Y, claro está, crear un equipo de la noche a la mañana a base de millones, por mucho CR7, Kaká, Xavi Alonso o Benzemá que tengas en tus filas, es una misión harto difícil, incluso para el portugués. Y más aún cuando un puente aéreo más allá tienes a una escuadra ya conformada, que juegan de memoria y que practican un fútbol nunca visto anteriormente. ¿Y cuál es la solución? Pues llorar, claro está. Mou es el típico entrenador que nunca tiene la culpa de nada, y que se justifica siempre lanzando dardos envenenados contra el mundo, que, por supuesto, le odia.
Desde que está en este país se ha quejado ya casi por todo: se ha quejado de la falta de apoyo de su club ante los árbitros, de que le insulten en los estadios (no dice nada cuando al árbitro de turno le recuerdan a su santa madre jornada sí, jornada también), se queja del calendario, se queja de que no le tratan igual que al resto de entrenadores, se queja de que a Messi le pegan poco, se queja de que a Ronaldo le pegan mucho, se queja de los arbitrajes, se queja de favoritismos al Barça, se queja por no jugar los viernes, se queja de no jugar el domingo, se queja porque la gente le envidia, se queja de que todo el mundo le persiga a él y a su equipo, se queja del césped...
Y así hasta el infinito, y más allá. Me aburre.
¿Y éste es el mejor entrenador del mundo según la FIFA? buen ejemplo para el resto de entrenadores...
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