
Hasta ahora todo el mundo se había mordido la lengua, incluso Guardiola, al que semana sí, semana también, le lanza alguna puya. Pero claro, el acusar de falta de profesionalidad a un colega es algo como para lanzarse al cuello, y es lo que hizo Preciado. Y al hombre le han llovido las críticas por entrar al trapo, incluso panfletos deportivos han puesto en duda su buen hacer, y todo esto me repugna.
Le llamó canalla, y desde luego no se puede estar más acertado en una definición, encajando perfectamente en la tercera entrada del Diccionario de la Real Academia que dice: persona despreciable y de malos procederes. Porque alguien que se mete con la honestidad de un colega sin pruebas no merece aprecio alguno. ¿Qué cojones haría él si entrenara al Sporting? Y de malos procederes...esa es una constante en el traductor de Robson.
Afortunadamente otros colegas de profesión como Pochettino y Lotina han salido en defensa del entrenador del Sporting y debería ser la propia Liga Profesional la que le parase los pies al incendiario portugués de los cojones. Gente como esa sobran en el fútbol español y mundial. Y total, para seguir ganando partidos aburriendo soberanamente a su público, aunque estos jamás lo reconocerán.
Los payasos, al circo.
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