Ayer el país entero se paralizó para ver por televisión el partido del milenio de esta semana, el clásico del fútbol español, el duelo entre los dos clubes más grandes de la liga, el Real Madrid y el Barça. Y no he podido evitar dar mi opinión al respecto...
Antes que nada debo aclarar, para quien no lo sepa, que soy culé hasta la médula, pero espero dejar por un momento mis colores a un lado. Mucho se ha hablado de ambos equipos a lo largo de la temporada. Por una parte, el Barça, que mantiene el bloque del año pasado, en el cual lo ganó todo, pero que sobre todo mantiene una filosofía de juego y una apuesta en la cantera de la cual está empezando a recoger sus frutos ahora. Por otro lado está el Madrid, con un equipo montado a base de millones de euros, que en esta temporada ha fichado a lo mejor del mercado internacional con el propósito de contrarrestar el dominio del equipo barcelonista de la temporada anterior.
Llegados a este punto, cabe recordar que Zamora no se ganó en una hora, y que intentar coleccionar los cromos más bonitos del fútbol mundial y hacer que funcionen como un verdadero equipo no es cuestión de días, ni de semanas, ni siquiera de meses...El gran error del equipo de la capital radica en la falta de personalidad del conjunto. Figuras traidas a base de talonario no bastan para contrarrestar una filosofía, un estilo de juego de un equipo que, quizás, con peores mimbres, consigue un cesto digno de elogio.
El Barça, a día de hoy, cuenta con una gran ventaja: tiene una plantilla de 25 jugadores completamente comprometidos, implicados en el entusiasmo que transmite su entrenador, que funcionan como un reloj suizo. Nadie se rasga las vestiduras por no jugar con continuidad, todo el que salta al terreno de juego sabe su función, sabe que el equipo está por encima de las individualidades. Ayer no saltaron al campo jugadores que serían piezas clave en cualquier equipo del mundo, como Zlatan Ibrahimović, Thierry Henry, Bojan Krkić....otros lo hicieron casi de manera testimonial, como uno de los mejores centrocampistas del mundo, como Andrés Iniesta...pero nadie les echó en falta. Y nadie duda que Messi está en un estado de gracia, pero el Barça es mucho más que el argentino. Y es que un único jugador no puede por sí solo hacer ganador a un equipo. Messi, sin Xavi, sin Alves, sin Iniesta...sería lo que es en la selección argentina: un gran jugador incapaz de llevar por sí solo el timón del equipo.
El Barça necesita la pelota, la quiere, y por eso la busca. No le vale con esperar al rival, quiere ser quien domine la situación, y por eso presiona desde el delantero más en punta hasta el portero. Y, cuando la tiene, la maneja, la esconde, casi nunca la rifa, de dos opciones siempre la más fácil, la más segura. Y si hay que retrasar el balón hasta Valdés y volver a empezar, se hace. Y entiendo que esto aburra al rival, y a los aficionados del equipo contrario, pero los resultados están a la vista.
Por otro lado, el Madrid realiza un juego más vertical, no mima la pelota, busca sus referentes en ataque, como Cristiano o Higuaín, y eso les vale en muchas ocasiones, sobre todo en una devaluada liga española, en la que el tercero de la tabla está a 23 puntos del líder pero que choca cuando tienen en frente equipos que saben jugar la pelota. Una selección mundial de los mejores jugadores no garantiza un gran equipo, al menos no se le pueden pedir resultados en el breve espacio de unos meses. Y ojo, que el Madrid ha ganado 25 de los 31 partidos de esta liga, que ha habido muchas temporadas que el campeón lo ha sido con menos puntos de los que ahora lleva, por lo que nunca se podrá hablar de fracaso.
Pero ha tenido la mala suerte de toparse con el que probablemente será recordado durante décadas como el mejor bloque de la historia. El Madrid ha tenido prisa en contrarrestar el dominio blaugrana, y las prisas nunca han sido buenas consejeras.....
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