Ya estamos en campaña electoral. O, mejor dicho, ya seguimos en ella, porque en la actualidad, la única diferencia existente entre estarlo y no es que se ven algún que otro cartel por las calles, el resto de parafernalia la venimos aguantando desde principio de año. Y, tras 8 años de caída libre de un ejecutivo que ha gobernado de cara a la galería, dando importancia a lo que carece de ella y despreocupándose por que es realmente importante, el Partido Socialista (ya ni siquiera ellos usan el Obrero y el Español) impuso a dedo a su candidato Rubalcaba evitando un nuevo ridículo en forma de primarias como antaño.
Y claro está, el país está muy quemado. Con cinco millones de parados, con cientos de miles de familias en la calle, la opción continuista al frente del gobierno está prácticamente descartada, a tenor de los aplastantes resultados de las encuestas. Y al bueno de Rubalcaba no se le ha ocurrido mejor forma para intentar contrarrestar la gran diferencia que hay en estos momentos entre las dos principales fuerzas políticas que, en primer lugar, esconder a Zapatero, viva imagen del estropicio generado, y desenterrar a dinosaurios del pasado, echar la vista 20 años atrás, para dar protagonismo a Felipe González y a Alfonso Guerra. Como si estos 16 años que han pasado desde que el cuidador de bonsáis dejara la Moncloa no hubiesen existido, se juega la baza de quien ya triunfó en su momento, convirtiéndolo en el principal protagonista de una campaña que tiene todos los visos de acabar como el rosario de la aurora.
Claro que Felipe, una vez pasado el 20-N, y pase lo que pase en las urnas, volverá a su muy bien pagado puesto de asesor en empresas multinacionales, y será Rubalcaba quien se queda solito con el marrón. Y si bien la estrategia al comienzo de la campaña, hace casi un año, era la de vender soluciones a algo que no habían sido capaces de solucionar a lo largo de 8 interminables años, en las últimas semanas han dado un giro total y absoluto, retornando a la tan manida frase de "que viene la derecha", más preocupados de desprestigiar al rival que a mostrar sus propuestas.
Y tú, querido lector, podrás pensar...eso lo hacen todos. Efctivamente, es el deporte nacional el poner a parir al contrario, pero en este caso hay una diferencia fundamental: mientras el resto de partidos critican hechos consumados, los socialistas critican supuestos que en el peor de los casos acaecerán, pero que a día de hoy no lo han hecho. Vídeos tan ridículos como el de la niñera no hacen sino causar vergüenza ajena y mostrar la poca confianza que tienen en sus posibilidades.
Felipe González fue un soplo de aire fresco en su momento, pero hoy en día destila un ambiente similar al de una discoteca a las seis de la mañana. ¿Rajoy? Pues también tengo mis dudas. El eterno aspirante que por fin consigue dar un paso al frente, no es precisamente el paradigma del carisma, pero tiene una cosa a su favor: le han puesto el listón muy bajo. Ir a peor se me antoja complicado, pero no va a ser fácil a corto plazo mejoras sustanciales. Si es capaz de reunir a todas las fuerzas sociales y políticas para que todos tiren a la vez del carro, la luz se verá tarde o temprano al final del túnel. Tarea difícil, pero no imposible.
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