Como cada vez que se acerca alguna festividad religiosa, surgen de la nada los colectivos laicistas, ofendidos ante todo lo que se considere un símbolo cristiano. Sucede en Navidad, donde incluso han conseguido eliminar tradiciones ancestrales como los belenes o suprimir todo lo que huela a cristiano en los colegios. Todo ello por la igualdad y el respeto hacia los que no profesan la religión cristiana.
Y, claro está, llega la Semana Santa, y llega de nuevo la polémica. Y en este caso ha sido la asociación Andalucía Laica la que ha salido a la palestra, denunciando que en un colegio de Guadalmar, en Málaga se organiza una procesión (!) calificándolo, cágate lorito, de atentado contra la libertad religiosa e ilícito proselitismo que ejerce presión psicológica. Todo esto, por un acto que se lleva celebrando durante 14 años en dicho centro, con el beneplácito de padres y educadores, donde un 95% de los alumnos asisten a clase de religión y en el que nadie se ve obligado a participar.
Resulta cuando menos curioso que luego, políticos de los partidos que defiende a ultranza el laicismo, participen de los actos de la Semana Santa y no les duelan prendas a la hora de calzarse el capirote y el hábito, que este caso nunca menor dicho, no hace al monje. Y claro está, nadie critica la importación de costumbres paganas como el aberrante Halloween o Santa Claus (o igual este último sí, por su tufillo a Navidad...).
Yo me considero cristiano por tradición, no practicante y dubitativo en lo relativo a la existencia de un dios, que sólo pisa las iglesias en bodas, bautizos y funerales, pero no por eso cargo contra, en primer lugar, las tradiciones de un país, y en segundo lugar, contra la libertad de cualquiera de manifestar sus creencias de la forma que crean conveniente. Y he visto crucifijos toda mi vida en todas las aulas en las que he estudiado, y no por eso a)me he sentido ofendido, b) me he sentido atraído e influído por su simbolismo. Creo que el laicismo en este país está corriendo el riesgo de convertirse precisamente en lo que detestan, en una religión. Y, además, en una de las peores, las fanáticas. Todo el mundo se echaba las manos a la cabeza cuando los talibanes destruyeron los legendarios budas gigantes de incalculable valor artístico e histórico, al margen de religioso, pero en este país se derriban impunemente infinidad de modestos crucifijos de madera en los colegios, alegando un temor de influencia en los que los contemplen que no dista demasiado del fanatismo más radical.
Si no te gusta todo lo relacionado con la religión, mira hacia otro lado. Es así de fácil.
Genial Paco, no puedo estar más de acuerdo contigo..! Dónde estamos llegando? Qué es esta campaña de destrucción total de la religión y de las tradiciones más entrañables?. Lo voy a publicar en mi muro (con tu permiso) porque me parece que mejor dicho no puede estar. Un saludo
ResponderEliminarPor supuesto que tienes mi permiso para publicar en tu muro lo que quieras de este blog. Me alegra mogollón que compartas mis palabras...un beso
ResponderEliminarMe metí, principalmente para cumplir con mi palabra, pero... ¡¡ Felicidades !!! Me gustó mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias Ana, me alegra mucho que te guste.
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