Cómo nos gusta criticar. Ya lo dijo sabiamente del Bosque el otro día en rueda de prensa, hemos pasado de pobres a ricos muy rápidamente, y ahora que tenemos una selección campeona del Mundo, campeona de Europa y en semifinales para conseguir un nuevo título continental (que no hace falta irse muchos años atrás para que nos partiéramos la caja de risa si alguien nos cuenta lo que iba a pasar) resulta que no nos convence, que parece que tengamos que ganar todos los partidos 5-0 y encima jugando bonito.
España es un país que lo forman 45 millones de seleccionadores nacionales, y todos sabemos más que nadie de fútbol. Llega el primer partido del campeonato y del Bosque nos sorprende al no sacar ningún delantero centro nato, optando por el tan manido "falso 9", representado por Cesc. Empatamos a uno contra una selección a la que no se le ha ganado en 90 minutos desde los años 20, y comienzan a aflorar las críticas. De repente, ya no somos tan buenos. Da igual si hemos controlado el balón, da igual si todos, absolutamente todos los equipos que se enfrentan a España desde hace unos años lo hacen siempre dando un paso atrás. Al final, el único que parece confiar en el equipo es el seleccionador oficial, y el resto de seleccionadores discutimos sobre la viabilidad de no jugar con un punta, como si al Barça, base de la selección, no le hubiera dado pocos títulos y levantado suficientes elogios por su juego.
Y es que tenemos una memoria muy selectiva. Todos nos acordamos de Casillas levantando sendos trofeos en 2008 y 2010, de cómo lo celebramos, pero aprece ser que nadie se acuerda que para ello en la Eurocopa empatamos a 0 con Italia, ganamos a Rusia 3-0 y a Alemania 1-0. Y en el mundial ganamos a Portugal, Paraguay, Alemania y Holanda por el mismo resultado, un pírrico 1-0. Como si no estuviéramos acostumbrados a sufrir...
De todas partes del mundo llegan elogios, todas las selecciones salen acongojadas, cambian sus sistemas, renuncian a su estilo para enfrentarse a la mejor selección del planeta, pero nuestra naturaleza insaciable nos hace querer más, nos hace exigir que juguemos bonito, que disparemos 20 veces a puerta y que marquemos cinco goles. Qué razón tenía aquel que dijo eso de que España es diferente.
Y ya estamos en semifinales, casi como quien no quiere la cosa. Hace 6 años estaríamos eufóricos, hoy sin embargo estamos expectantes. Y ganaremos la Eurocopa de nuevo, y seguro que todavía hay alguien que diga aquello de..."sí, pero tiramos poco a puerta". Somos así, qué se le va a hacer...