miércoles, 9 de diciembre de 2009

Los árboles de Copenhague


Cuánta razón tenía Albert Einstein cuando afirmó aquello de Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Esta semana se han encargado de recordarnos esta magistral frase los organizadores de la Cumbre de Copenhague, cuando han decidido no colocar una hilera de árboles con adornos navideños en las proximidades del centro de convenciones donde se celebra el acto porque se corre el riesgo de ofender a los musulmanes. La gilipollez políticamente correcta elevada a la máxima expresión. Ya me imagino al Sultán de Brunei y su harén montando en cólera por emancillar su religión colocando semeajantes objetos herejes a su paso.
Claro está que nadie se ha parado a echar un vistazo a la historia, porque se habrían dado cuenta de que, en realidad, el árbol que colocamos en estas fechas navideñas, tiene un origen pagano y que, si bien fue adoptado por los cristianos por la proximidad de las fechas de la celebración de la Navidad con el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, carece en la mayoría de los casos de simbología cristiana alguna.
El problema es que empezamos con estas chorradas, y nunca se sabe dónde acabaremos, porque de lo que se trata es de no ofender a otras religiones....qué será lo próximo? ¿La eliminación de todo símbolo cristiano que esté a pie de calle? Adiós a las cruces que sobresalen de las iglesias, o mejor aún, derribémoslas para que nadie se sienta ofendido. Eso sí, demos créditos blandos para que las comunidades islámicas se construyan sus propias mezquitas, para así demostrar que, a parte de ser gilipollas, somos tolerantes. Suprimamos Navidad, Semana Santa y el puente de la Inmaculada, derribemos toda aquella estatua erigida en cualquier ciudad que atufe a cristianismo, en aras de no ofender...
Considero preocupante el grado de gilipollez que estamos alcanzando en aquello que llaman Occidente. Y en nuestro país no nos quedamos atrás, que va....estamos a la vanguardia. Ya estamos planteándonos la retirada de los crucifijos en los colegios, da igual si son de religiosos como si no, no vaya a ser que a algún niño musulmán le salga un sarpullido por contemplar tal símbolo facineroso.
Estamos a la cola de Europa en todo lo que realmente importa, pero eso sí, a gilipollas no nos gana nadie. Ni los daneses.

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