sábado, 1 de agosto de 2015

Nombres de calles que molestan

Apareció el otro día en los medios de comunicación la noticia de que el pleno del Ayuntamiento de Logroño había aprobado, con el voto del PP en contra, cambiar el nombre a 17 calles de la ciudad, por considerar que tienen connotaciones franquistas.

Ley de la Memoria Histórica, lo llaman. O lo que es lo mismo, borrar de un zarpazo todo aquello que nos recuerde malos momentos, hechos deleznables, mejor no recordar, mejor olvidar...Como muy bien ha traído a colación esta mañana el amigo Alberto en Feisbuk la cita de Napoleón..."el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla". La izquierda de este país, desde la más rudimentaria a la más extrema, se ha propuesto que olvidemos que durante 40 años nos puteó un dictador, eliminando todo aquello que huela a franquismo, desde bustos de Pemán a otros del Rey Juan Carlos. Todo fuera. Kim Il-sung y Stalin ya lo hacían en sus respectivos países.

Vamos a ver...hay alguien que vaya a la calle República Argentina y al llegar le vengan tangos y goles de Maradona a la cabeza? O que vaya a Pérez Galdós y de repente los Episodios Nacionales le retumben en el cerebelo? O que le joda vivir en Avenida de Colón porque el homenajeado fue un saqueador de culturas? Quién coño sabe que Jorge Vigón fue un ministro franquista? Respuesta: NI DIOS nacido despues de 1975. Víctor Pradera siempre ha sido en Logroño la calle de Hacienda. Pues resulta que también debió de ser un franquista redomado. Acabo de descubrir que Santos Ascarza fue obispo en Chile, algo que parece que también molesta a la rancia izquierda...

González Gallarza fue un logroñés pionero de la aviación española, realizando el primer vuelo entre Madrid y Manila en 1926, pero aquí siempre lo recordaremos como un facha asqueroso, que asumió el cargo de Ministro del Aire en la época franquista, lo que conlleva su defenestración y el olvido de sus méritos anteriores.

Sinceramente...a mí me toca los cojones todo esto. Y no tiene nada que ver con ideologías ni con la madre que las parió. ¿A nadie se le ha ocurrido pensar en el trauma, sobre todo económico, que supone el cambio de denominación de una calle? Papelería, rotulación, publicidad...se han parado a pensar en el perjuicio económico para los comercios?? Ya han salido voces izquierdosas que apelan a una subvención a aquellos comercios y empresas perjudicados por tal estupidez...o lo que es lo mismo, criticamos el gastar el dinero en cosas supuestamente supérfluas y nos inventamos otras que también lo son, pero como combaten el franquismo subyacente en nuestra sociedad, pues como que no pasa nada.

Yo, por mucho que me cambien el nombre de mi calle, voy a seguir viviendo en Jorge Vigón, no en Avenida de la Libertad y el buen Rollito, o como cojones quieran ponerle. Amén.